Un gran colegio. A medida que me hago mayor, me alegro de haber tenido la ocasión de haber estudiado en él. No se puede pensar en el colegio sin relacionarlo con Don Ricardo Carballo Calero.
Fue un profesor muy serio y le teníamos mucho respeto. Aparte de ser profesor y darnos clase de literatura y gallego, él estaba casi todo el día presente, pues vivía en el piso de arriba del colegio, además de comer cada día en una mesa del comedor con nosotros.
El día que nos tocaba con él pasabamos una comida regular, pues a parte de tenerle respeto, ese día teníamos que comer todo, sin dejar nada en absoluto. Estábamos deseando que terminara la comida. Cuando se iba alborotando el comedor, él golpeaba con un cuchillo el vaso hasta que lograba el silencio.
Aparte de todo esto, en el colegio hacíamos excursiones muchos domingos para conocer la provincia de Lugo. Observábamos el campo y lo que se plantaba en cada terreno: patatas, trigo…
También recuerdo que los martes y los viernes íbamos a la plaza para aprender a comprar. Teníamos una huerta en donde plantábamos remolachas, judías, tomates…
También aprendimos a conducir con Manolo, el chófer del cole.
No teníamos libros. En todas las clases tomábamos apuntes, que después pasábamos a limpio y estudiábamos.
Mis recuerdos del colegio, aparte de estudiar mucho, son todos parte de mi niñez, pues estábamos en él todo el día. De 9 de la mañana a 8:30 de la tarde, menos los sábados que sólo estábamos por la mañana.
Con el colegio tuvimos la suerte de ir conociendo muchas zonas de España, siempre acompañados de un profesor. Y en una de esas excursiones nos tocó a nosotros con él. Justo la que nos correspondió fue Andalucía. Como éramos pocos alumnos, aquella excursión estaba formada por 5º y 6º de bachillerato, que en total éramos 4. Dos de 5º y dos de 6º.
Maricruz Truque y Gloria Baamonde.